Sexto día.
Hoy, tráeme a los mansos y a los humildes, y a los niños pequeños y sumérgelos en mi misericordia. Estos son más semejantes a mi Corazón. Ellos me fortalecieron en mi amarga agonía. Los veía como ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellos derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza a los humildes.
Jesús misericordioso, tú mismo has dicho "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón". Acoge en la morada de compasivo Corazón a los humildes y a los niños pequeños, ellos llevan a todo el cielo al éxtasis y son los preferidos del Padre Celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, del que se deleita Él mismo. Ellos tienen una morada permanente en tú compasivo corazón y canta sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.
Padre eterno, mira con misericordia a los mansos, humildes y a los niños pequeños que están en el compasivo corazón de Jesús. Ellos son las más semejantes a tu hijo, su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tú trono; Padre de misericordia y de toda bondad, te suplico por el amor que tienes por los mansos y humildes, y por el gozo que te proporcionan, bendice al mundo entero para que todos canten juntos las alabanzas de tú misericordia por los siglos de los siglos.
Amén.
(Se reza la coronilla).
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