Deseo que la fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y especialmente para los pobres pecadores (Diario, 699). Las almas mueren a pesar de mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir la fiesta de mi misericordia (Diario, 965). Hija mía, habla al mundo entero la inconcebible misericordia mía. Deseo que la fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y especialmente para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi Misericordia. Quien se confiese y reciba la comunión obtendrá el perdón total de las culpas y las penas; en ese día están abiertas todas las compuertas divinas por las cuales fluyen las gracias.
Que nadie tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe salió de las entrañas de mi misericordia. Cada alma respecto a mí, por toda la eternidad meditará mi amor y mi misericordia.
La fiesta de la Misericordia salió de mis entrañas, deseo que se celebre solemnemente el primer Domingo después de Pascua. La humanidad no alcanzará la paz hasta que no se dirijan a la fuente de mi misericordia.
(Diario, 699).
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